domingo, septiembre 21, 2008

De democracias y dictadores

Citoyen, que me quiere mal, me pregunta por qué las democracias existen. Es una pregunta que parece tonta, pero no lo es en absoluto; lo cierto es que el hecho que los militares de todo el mundo no anden sacando tanques a la calle cada vez que algo no les gusta es un poco sorprendente.

Con lo que está cayendo estos días en los mercados financieros en Estados Unidos (un vistazo al lado político del asunto aquí) no es que tenga demasiado tiempo, pero intentaré dar una respuesta más o menos coherente. Veamos.

Empezaré por la razón que no funciona en absoluto: nada que tenga que ver con valores morales, cultura política o patriotismo constitucional es una buena explicación. Básicamente le veo dos problemas: por un lado, no explica bien por qué alguien puede preferir una dictadura a una democracia, más allá de decir que "cada uno es cada uno", y segundo, y más importante, no da un mecanismo causal que explique los cambios de régimen. Chile fue una democracia más o menos decente hasta la caida de Allende; ¿sufrieron los militares un cruce de cables? ¿Se volvieron unos blandos años más tarde, cuando Pinochet dejó el poder? Misterios.

Mi explicación es -en principio- un poco más sencilla. Las democracias se sostienen porque es básicamente racional tener una. En política la gente actua de forma básicamente racional, tratando de moldear el mundo a sus preferencias; eso implica que existe una democracia en aquellos lugares en que los militares creen que los costes de mantenerse en el poder por la fuerza dejan de valer la pena.

Reprimir y encarcelar gente es relativamente sencillo, pero no es necesariamente barato. Los militares tienen que perder tiempo y dinero poniendo policías en la calle, las fábricas cierran, hay huelga, la economía se debilita ante la inestabilidad de las protestas... es algo bastante feo, ciertamente. Cuando la presión social pidiendo democracia aumenta demasiado, los beneficios de ser un dictador absoluto (riqueza, poder, mandar mucho) empiezan a perder su especial brillo, especialmente cuando tus subalternos se empiezan a cansar de pegar tiros a civiles y tienen dudas sobre su futuro. Las revoluciones tienden a ejecutar a gente sin demasiadas ceremonias cuando triunfan, más que nada. Si mantener el control deja de valer la pena, los militares tenderán a retirarse.

Esto, obviamente, crea una pregunta de segundo orden: ¿Cuándo una dictadura deja de ser rentable para sus líderes? Para todos los que han vivido en un régimen autoritario, es bastante obvio que no sólo los militares se benefician de la opresión. En la población siempre hay grupos que andan bastante cómodos con los generales al mando, básicamente porque su autoritarismo les permite mantener un determinado arreglo social que les favorece. Los grandes terratenientes no son expropiados. Los jeques con pozos de petróleo pueden disfrutar de toda la riqueza e inversión del estado. La gran industria no tiene que aguantar esos irritantes sindicalistas.

El apoyo no se ve limitado a élites solamente; las clases medias pueden estar encantadas con el sistema. Si el dictador mantiene un sistema fiscal básicamente regresivo, con impuestos sobre la renta bajos e impuestos indirectos altos, además de mecanismos que hacen la movilidad social difícil (los hijos de obrero lo tienen difícil para llegar a la universidad, abrir negocios es caro y requiere enchufes, etcétera), no habrá pocos contables, tenderos y profesionales que estarán básicamente a gusto en una dictadura.

El problema para los dictadores, sin embargo, es que esta clase de arreglos tiene algunos límites. Para empezar, tenemos gente como los banqueros o la industria financiera. Esta gente tiene poco miedo a la democracia, ya que es difícil que les expropien nada; si el frente popular gana las elecciones, ellos se largan con el dinero a las Islas Caimán y listos. Por añadido, son industrias que necesitan un sistema fiscal transparente, ordenado y más o menos justo, aparte de regulaciones ordenadas; las dictaduras, que tienden a ser mucho más corruptas, acostumbran a ser incómodas. Los banqueros no son las únicas industrias o sectores que prefieren sistemas más abiertos, por supuesto: una empresa que se base en trabajo cualificado necesita gente bien preparada y mucha flexibilidad, algo que las dictaduras no ofrecen (de nuevo, la corrupción); amplios sectores de nuevas clases medias preferirán un sistema que genere más movilidad social.

En otras palabras, la economía y la sociedad pueden cambiar, creando condiciones en que los militares tengan problemas para formar una coalición de intereses que apoye una dictadura. Los costes de reprimir, sumados a los costes intrínsecos de mantener un sistema autoritario, son demasiado altos. Si a eso le añadimos que cuanto más moderna es una economía, más difícil es expropiar a los ricos (en un país agrario o minero, estos no se pueden llevar sus juguetes a otra parte; en un país con industria avanzada, lo raro es que tengan la fábrica cerca), la gente que tendrá miedo que los malvados comunistas ganen las elecciones y les quiten todo será más bien poca.

Esto crea, por cierto, un par de paradojas curiosas. Primero, uno no tiene que ser un país realmente avanzadísimo para ser una democracia; basta con que los ricos tengan poco que temer a uno. El ejemplo más obvio serían las repúblicas comerciales de la antigüedad: los mercaderes de la Grecia de Pericles se podían ir con los barcos a otra parte, así que no tenían nada que temer en una democracia. Segundo, si la distribución de la renta es relativamente igualitaria de origen (muchos pequeños terratenientes), es relativamente fácil ser una democracia; nadie tiene miedo de expropiaciones, así que todos pueden aceptar un sistema representativo. Este sería el caso de los viejos sistemas semirepresentativos de las trece colonías americanas, o las proto-democracias escandinavas en la Edad Media.

Resumiendo: la democracia no es un milagro; es básicamente algo que tiene sentido para todos los implicados. Es un sistema básicamente racional, en el lugar y momento adecuados; y sí, eso significa que en no pocos sitios es básicamente insostenible. Irak, por ejemplo.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta lo que expone, y le doy la razón en muchas de las cosas que dice, pero quizás la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿qué tipo de democracias tenemos?

La cuestión clave no es por qué hay democracias, sino más bien por qué hay un tipo concreto de democracia que va siempre acompañada de un sistema económico capitalista. ¿Es capitalismo y democracia un binomio inseparable? ¿es la democracia la que trae el capitalismo? ¿es el capitalismo el que implica democracia? ¿no tienen nada que ver pero aún así los vemos como hermanos inseparables?

La respuesta a estas preguntas, desde mi punto de vista, es sencilla: la democracia se tolera allá donde benficia a la clase dominante, o al menos no hace peligrar sus privilegios, ni más ni menos.

En sus ejemplos históricos la cosa va claramente por ese camino. En lo que respecta a este último siglo, ho hay un sólo país en la historia que haya llegado, por ejemplo, al socialismo, de manera democrática, y donde se ha intentado en mayor o menor grado (como por ejemplo en el Chile de Allende), aparecen los tanques irremediablemente para volver a poner las cosas en sus sitio.

El socialismo es revolucionario porque cualquier otra vía ha sido eliminada de la ecuación social, por mucha democracia que digamos tener. La propiedad privada, el ánimo de lucro o la acaparación de los recursos forman parte, en mayor o menor medida, de todas nuestras constituciones, y no son de "elección". Podemos escoger un capitalismo mejor o peor, uno que redistribuya más o menos, pero no podemos escoger otro sistema que no sea el capitalista. Y en los países que por vías revolucionarias se ha llegado al socialismo (o algo parecido), éstos han permanecido en un estado de excepción permanente sin posibilidad de tratarse de igual a igual con los demás países y teniéndose que replegar en sus propios dominios ideológicos para sobrevivir. Cuba es un claro ejemplo de ello: bloqueo económico, intentos de asesinato de su líder, ingentes cantidades de dinero en apoyar a los disidentes, medios de comunicación específicamente creados para hundir el sistema político de la isla, un intento fallido de invasión, prohibiciones de trasnferencias de dinero a la isla por parte de cubanos americanos, prohibición de ir a la isla más de 1 vez cada 3 años, etc. En un estado de excepción permanente se hace difícil averiguar si realmente podría funcionar un socialismo plenamente democrático o no, porque la verdad, jamás hemos tenido la oportunidad de verlo.

Esa es la realidad. De ejemplos de capitalismo sin democracia hay y ha habido muchos, pero al revés todavía están por ver.

Por último, me gustaría comentar que no somos muchas veces conscientes de que ese binomio capitalismo-democracia, donde incluso gran parte del lenguaje es prestado de uno a otro ámbito (hablamos de la libertad en el mercado como hablamos de las libertades políticas, a veces tomando apertura de mercado como apertura democrática); ese paralelismo entre el mercado y la democracia es totalmente falso, porque la realidad es que en la democracia (al menos la ideal) uno tiene, por el mero hecho de ser persona, el derecho y la libertad de gobernarse como considere, mientras que en el mercado uno es libre de ejercer su libertad en función del dinero de que dispone. En muchos países del áfrica, asia o américa latina, por ejemplo tienen libertades políticas, pero en lo que respecta al mercado, la mayor parte de la gente la única libertad que tiene es para caerse muertos donde quieran.

R. Senserrich dijo...

La verdad, y temiendo pecar de Fukuyamista, me parece que el binomio entre socialismo y capitalismo es una cosa del pasado. El capitalismo no es un "sistema económico"; no es una organización. Sencillamente, es.

Por mucho que se intente, no es posible abolir la ley de la oferta y la demanda, ni el mecanismo de precios que regulan la escasez. Es como la ley de la gravedad; te guste o no, está ahí. Si algo es escaso y valioso, será caro. El precio será horas de cola, número de formularios a rellenar para que conseguir ese bien, dinero o cantidades de amiguetes que te den el enchufe pero siempre estará allí.

Lo que es distinto es cómo hacemos que esas reglas del juego no sean obstáculos o creen equilibrios manifiestamente injustos. Pero no podemos negar que existen.

En cuanto a sistema político, lo cierto es que para que un sistema de libre mercado funcione bien, tener un estado de derecho es una ayuda excelente. Algo tan simple como un estado eficaz que garantice los contratos de forma efectiva y cambie regulaciones y leyes de forma transparente es algo valiosísimo; es mucho más difícil invertir a largo plazo en una dictadura que en una democracia, un sistema más transparente y como resultado mucho más predecible.

Sí, creo que son un binomio bastante natural, aunque no por motivos conspiratorios. Sencillemente, uno y otro son convenientes; son soluciones racionales para problemas complicados.

Anónimo dijo...

De todas formas, lo que quería resaltar es que si en teoría, democráticamente, un país debería poder estatalizar (o como se quiera llamar) la economía (o una parte esencial de ésta) y pasar a tener un régimen de tipo socialista, en mayor o menor grado, en la práctica nunca se ha dado, y los pocos intentos que se han hecho en esa dirección han tenido dos finales: el fracaso bajo las botas del ejército o el aislamiento, el ostracismo y la situación permanente de excepción.

En pequeña escala es como si unos granjeros se montasen una cooperativa para compartir gastos y beneficios y todos los demás les hiciesen un bloqueo, no les quisiesen comprar nada, o si lo tienen más a mano se conchavan con vecions violentos para que "desmantelen" la coperativa. Si esa cooperativa aguanta el embate, es evidente que tampoco podrá funcionar adecuadamente mientras esas condiciones se mantengan.

Vemos ahora timidísimos pasos (comparados con los que se dieron en el pasado) para nacionalizar algunas empresas, lógicamente comprando las acciones pertinentes a sus dueños, por parte de algunos países latinoamericanos, como Venezuela o Bolivia. No son esos países donde las oligarquías acepten ese cambio de manera pacífica, precisamente. En Venezuela tenemos un golpe de estado frustrado, y la reciente campaña de boicot a Evo Morales desde las prefecturas con recursos naturales (con campesinos muertos, entre otras cosas) es otro ejemplo
de lo mismo. Y eso por no hablar de la "mala prensa" que se les da, incluyendo el falseamiento de noticias casi permanente realizado por nuestros medios de comunicación, como pasa con El País.

Las democracias se consienten en base a su utilidad para las clases dominantes, que cuando ésta se les va de las manos no les tiembla el pulso, si pueden, a la hora de aplicar medios expeditivos para garantizar sus intereses y su "mercado" por encima de las libertades políticas y los derechos del conjunto de los ciudadanos. El por qué ahora hay democracias en occidente, básicamente, es consecuencia de que no estorban a esa gente, y de hecho vemos cómo conforme avanza su afán de acaparar se reducen nuestras libertades civiles, en nombre de la "seguridad". Aquí en Europa estamos en plena batalla sobre el anonimato en Internet que directamente responde a los intereses de las productoras y distribuidoras de cultura para poder denunciar a los usuarios que intercambien cultura sin ánimo de lucro, por ponerle un ejemplo. Nos hablan de pedofilia, de ciberdelitos y la gente traga.

Por último, decir que la confusión entre capitalismo y democracia es tan común que incluso nuestros medios de comunicación, hace bien poco, nos contaban como un pequeño paso hacia las libertades del pueblo cubano el que se pudiesen comprar ordenadores. Dicho de otra manera, que cubanos con dinero puedan comprar un ordenador es sinónimo para la prensa occidental de apertura democrática. Evidentemente el cubano que no tenga dinero no podrá comprarlo por mucho que quera. Otro caso donde también se aplica dicho paralelismo es China: valoramos su "apertura" política en términos exclusivamente de mercado, obviando interesadamente que China sí que es una dictadura sanguinaria. Nos hacemos un pequeño recordatorio de vez en cuando, sin consecuencia alguna (ni bloqueos, ni recriminaciones serias, ni nada que pueda "perturbar" los intereses económicos), y hale, a seguir con los negocios.

Ender dijo...

Varios de los post que han tratado de responder a la pregunta de Citoyen aportan visiones interesantes, y como la realidad es multifacética, creo que en muchas de ellas hay parte de verdad... pero en lo fundamental, estoy con Egócrata: son los incentivos, el coste/beneficio de los virtuales golpistas, lo que marca la diferencia, disfrazado luego de deber, prestigio, moral, honor...
Mientras leía a Egócrata, sin embargo, me venían a la mente los mismos pensamientos que luego ha expresado JJ sobre el binomio capitalismo-democracia. Profundizando un poco más, sin embargo, concluyo que en cierto modo es una perogrullada: democracia-capitalismo, así en genérico, no tienen más remedio que ir unidos, pues la alternativa sería la URSS, que era una dictadura. Pero ¿qué capitalismo? Pues no todos son iguales: ¿el de Arabia Saudí o Qatar, el de Europa, el de USA, el de China...? Luego la pregunta debería ser, quizá, si las distintas versiones de capitalismo tienen las mismas probabilidades de sufrir un golpe militar y por qué. Creo que la explicación de Egocrata es suficientemente buena en general. Es cierto que no parecen existir ejemplos de democracias donde un "ejército popular" tenga el poder, que hayan permanecido... el CHile de Allende es el único que se me ocurre y efectivamente sufrió un levantamiento. No me vale el ejemplo de Cuba, JJ, pues no es una democracia.
En definitiva, la idea de JJ de la democracia como una especie de "sistema tolerado y tutelado" por las clases privilegiadas puede no estar lejos de la verdad, pero particularmente creo que también beneficia al resto de la sociedad. Afirma JJ que si dichas clases ven amenazados sus privilegios, pueden tratar de revertir la situación, y pone como ejemplo la pérdida de libertades civiles con la excusa de la Seguridad... bien, puede ser, pero creo que las democracias occidentales también disponen de mecanismos de denuncia y de resistencia: una vez que la sociedad ha "conquistado" ciertas formas de bienestar, éstas no son tan fáciles de revertir.

Ender dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

"Si a eso le añadimos que CUANTO más moderna es una economía, más difícil es expropiar a los ricos"

¿Cuántas van ya? (jejejejeje)
No se me enfade, Egócrata, pero creo que el inglés está degradando su castellano.

Por cierto, estupenda entrada

También estoy de acuerdo con JJ. Los clases económicamente dominantes, los poderes fácticos, consienten que vivamos en democracia porque les sale más rentable que una dictadura.
Además, ¡se nos puede manipular con tanta facilidad! Al final, los dos partidos mayoritarios nos dan de comer prácticamente lo mismo (poco y mal), aunque con presentaciones diferentes.

Anónimo dijo...

Sólo un par de apreciaciones sobre lo que dice Ender:

Dice: "bien, puede ser, pero creo que las democracias occidentales también disponen de mecanismos de denuncia y de resistencia: una vez que la sociedad ha "conquistado" ciertas formas de bienestar, éstas no son tan fáciles de revertir."

De momento, mi generación y las que vienen detrás tienen un nivel de vida y unas espectativas vitales muy inferiores que las de sus padres, con condiciones de trabajo bastante malas (menor sueldo, más horas y falta de estabilidad), con unos problemas de emancipación brutales, con grandes dificultades para formar una familia y con unos servicios sociales a la baja y en constante amenaza de privatización, o en proceso de ello. Puede ser que esas formas de bienestar que comentas no sean fáciles de revertir, pero que lo están haciendo ya es un hecho en muchos países. Tenemos, por ejemplo, una categoría prácticamente inexistente hace 50 años que son los "working poors", gente que tiene trabajo y trabaja 40 ó más horas a la semana pero que lo que recibe de sueldo no llega para llevar una vida digna. Es una categoría que en los USA está tomando tal relevancia, por su cantidad, que empiezan a sonar las alarmas por doquier. En españa, si los jóvenes de más de 20 y más años estuvieran independizados en vez de bajo el abrigo de sus padres (recordemos que muchos de esos padres a los 20 ya hacían su vida y tenían mujer y niños) hay estudios que indican que más de la mitad de ellos entrarían dentro de esa categoría, la de los working poors.

Dices: "No me vale el ejemplo de Cuba, JJ, pues no es una democracia."

No creo que Cuba sea el mejor ejemplo de socialismo democrático, desde luego, pero un país con constante amenaza de intromisión estranjera difícilmente puede abandonar un estado de excepción. La pregunta pertinente, de hecho, no es si cuba es ejemplo de democracia socialista o no, porque evidentemente no lo es, sino si alguna vez dejaremos de amenazar a los países que siguen esa vía para ver a dónde les lleva. Cuba ahora mismo es una abominación desde un punto de vista político (aunque sinceramente los hay mucho peores), pero no sabemos qué hubiera pasado si tras la revolución se hubiera respetado la independencia de Cuba y pudieran haber elegido su camino sin injerencias extranjeras en vez de estar en estado de sitio durante más de 40 años.

Por último, decir que una democracia puede existir sin capitalismo, por supuesto, si la gente, mayoritariamente, se pone de acuerdo en llevar la economía de otra manera. De hecho, hay iniciativas en ese sentido, como, por poner un ejemplo a pequeña escala, son los bancos de tiempo, donde el intercambio de bienes y servicios no se realiza en base a dinero, sino en base a las posibilidades y disponibilidad de cada cual. De hecho, en nuestra propia sociedad existen infinidad de intercambios económicos que no se basan en el sistema capitalista, sólo que no se aplican más que en pequeños cotos privados, familiares o amistosos, principalmente. Y todos los servicios públicos, en general, están en cierto modo fuera del sistema capitalista y bien que nos parecen a quienes los disfrutamos.

Otra asociación que también tenemos en la cabeza es capitalismo=mercado, lo cual tampoco es cierto, puede haber un mercado sin capitalismo, puede también haber una economía de intercambio basada en el dinero sin capitalismo, como de hecho ha habido hasta hace tres siglos. Puede haber, como de hecho hay en la mayoría de los países, un capitalismo regulado y un sector público enorme (que en muchos países representa la mitad de la economía de éstos). El capitalismo es un modelo concreto de mercado que, en principio, no pone límites a la acumulación de bienes y capital y asume unos postulados teóricos del mercado que en realidad no son ciertos. Si Adam Smith nos habló de la economía y el capitalismo desde un punto de vista ideal, Marx hizo una descripción fabulosa del capitalismo real y sus efectos si éste no era domado, y sus palabras cada día resuenan más fuerte mientras vemos los devastadores efectos que ha causado lo más cercano al capitalismo puro que hemos tenido hasta ahora, que es el neoliberalismo y los postulados de la economía neoclásica tan en voga estos últimos años.

Personalmente creo más en un sistema mixto a la sueca, por decir, que en un sistema socialista, que creo también tiene grandes defectos, pero abogo por intentar dejar claro que esa naturalidad con la que vemos a la democracia y el capitalismo ir de la mano es más fruto de prejuicios y de una propaganda machacona que de las características inherentes a ambos sitemas. Simplemente quería resaltar eso y abrir el abanico de opciones políticas y económicas, dado que tal y como van las cosas, me temo que no tardaremos mucho en empezar a plantearnos todo esto más en serio...

Bueno, es sólo una opinión...

Ender dijo...

Sólo un apunte para no aburrir al moderador del blog, que el tema se está desviando...

JJ: tengo muy serias dudas de que la anterior generación disfrutara de mejor nivel de vida que nosotros. Estás poniendo ejemplos de España, donde hemos visto converger: a) un grupo muy numeroso, procedente del baby boom, con carrera universitaria (a la que nuestros padres no pudieron, por cierto, acceder), y que por tanto retrasan su incorporación al trabajo; b) una cultura de "casa en propiedad" y un mercado de alquiler caro y poco líquido (a diferencia de otros países de Europa); c) una burbuja inmobiliaria; d) sin grandes problemas generacionales/ideológicos que dificulten la armónica convivencia con sus padres; e) asunción de que para el disfrute de la vida uno tiene que salir, viajar, gastar... VIVIR.
Todo ello desemboca en lo que cuentas: el mercado no requiere tanta gente preparada y paga poco, las casas tienen precios imposibles, y la emancipación se retrasa.
Bien, pero hablando de memoria, si calculo cuántos "sueldos" de mi padre tuvo que poner para poder comprar su casa, y cuántos tiene que poner hoy un mileurista para poder comprar una ahora, el nº que me sale es muy parecido. Nuestros padres no lo tuvieron nada fácil. Y otra cosa: si los jóvenes de ahora no saliéramos a cenar, cine, teatro, vacaciones (preferentemente fuera, que hay que ver mundo), ropa, coche, o coche y moto, etc, etc... es decir, todo aquello de lo que prescindía un modesto asalariado de la época de nuestros padres... te aseguro que ahorrar para la entrada de una casa lo haría cualquiera, también ahora.
Ojo, no estoy diciendo que haya que hacer eso, está claro que todas esas actividades son esenciales para una "buena vida", y nadie debería verse obligado a renunciar a ellas. Pero esto no hace más que reafirmarme en que vivimos mejor que ellos.
En cualquier caso, tu comentario no es generalizable al conjunto de países / capitalismos / democracias de los que veníamos hablando, aunque pueda ser pertinente para España o algún otro.

Anónimo dijo...

Disculpa, Ender, no es por quedarme con la última palabra, y tampoco quiero aburrir al personal, pero el problema de los jóvenes (menores de 35 años, en general) es muy grave, tanto en España como en Italia (sueldos bajos y precariedad laboral similar a la nuestra, en algunos casos incluso peor), Portugal o Francia, donde el estado del bienestar, al estar más desarrollado y desde hace más tiempo, deja pantente no sólo a los hijos, sino a sus propios padres, que éstos vivirán peor que sus progenitores. La viva reacción a la constitución europea se basaba, en uno de sus principales ejes, percisamente en este aspecto, el deterioro de las condiciones de vida especialmente para las nuevas generaciones.

Hablo de trabajo, tiempo, familia/relaciones, comida y vivienda porque creo que son los esenciales para una vida digna. Evidentemente hay más cosas que también nos alegran la vida, pero son mucho más prescindibles.

En lo que respecta al esfuerzo para comprar un piso, hay estudios que indican que el esfuerzo de una persona con un sueldo medio, en 2006, por ejemplo, de ahora para comprar una vivienda media es entre 5 y 6 veces el de sus padres. Pero no hace falta mirar estudios, simplemente con fijarse en que las hipotecas hace apenas 15 años no erán de más de 20 años (generalmente 10 ó 15 años) ya pone en evidencia que una familia media, con el sueldo de 1 sólo miembro, el padre, podía liquidar un préstamo para una casa en mucho menor tiempo que una pareja jóven, trabajando los dos, hoy en día. Hablamos de valores medios, porque si hoy en día el coste de una vivienda es unas 7 veces el sueldo anual medio, en el caso de los jóvenes hablamos de 12 veces, 14 en Cataluña. Y por cierto, que también ha bajado el nº de metros cuadrados del piso medio, y aún así hablamos de 5 ó 6 veces el esfuerzo de esa época.

Te dejo un link a una copia de un artículo de El País llamado "la nómina de mi padre por Forges" donde se puede apreciar todo eso con números contantes y sonantes.

http://tenerunavivienda.wordpress.com/2006/12/04/mi-sueldo-no-da-para-mucho/

Ha sido un placer.