viernes, julio 11, 2008

El problema de las cifras contradictorias

En economía hay indicadores que tienen que ir en la misma dirección. Si suben los tipos de interés, la moneda se aprecia. Si sube la moneda, aumentan las importaciones y disminuye la inflación. Si aumenta la demanda de tortilla de patatas, subirá la oferta de tortilla de patatas. Etcétera, etcétera. Algunas de estas relaciones son básicamente causales, otras son cosa de necesidad macroeconómica: si las dos variables no van juntas, uno se está metiendo en un problema grave.

España hoy está en uno de estos saros: la economía se ha frenado de golpe, pero la inflación se está acelerando. Son dos indicadores nétamente contradictorios en casi todos los casos; si el consumo disminuye debido a una crisis económica -más paro, menos gente gasta, etcétera- hay menos demanda, y los precios deberían dejar de crecer. Esto a medio - largo plazo (según las medidas que se tomen para darle un empujoncito a la economía) hace que el banco central pueda bajar los tipos de interés y hacer que la economía se reactive, y el crecimiento vuelva sin demasiado problema.

El problema, claro está, es que la inflación no está frenándose. Debido básicamente a choques externos -un incremento exagerado en precios de alimentos y materias primas en todo el mundo- todos los países desarrollados andan comiéndose crecimientos de precios a mansalva. La cosa es ligeramente peor en España (1% más que la media europea) en parte por efectos secundarios del euro (la subida de precios es de hecho una manera de moderar los salarios de los comparativamente poco productivos trabajadores españoles), en parte por la falta de competencia en algunos sectores.

El gobierno puede hacer relativamente poco: no tiene control sobre los mercados internacionales de materias primas; como mucho puede trabajar para ahorrar energía, pero sólo a medio plazo. Tampoco puede arreglar la productividad fácilmente a corto plazo, y las medidas tomadas en el pasado competían como inversión con un ladrillo terriblemente acelerado por el crédito fácil y tipos de interés negativos. Y en cuanto a políticas de competencia, es mucho más complicado de lo que parece, y sus efectos son bastante limitados.

Sí, siempre puede reducir el gasto público, pero entonces el problema se transfiere al otro indicador, el crecimiento económico. Reducir la demanda agregada de la economía cuando las cosas van mal es mala idea; por eso el Banco Central Europeo está siendo tan tímido subiendo los tipos de interés. Por añadido, España no es un país que tenga un sector público demasiado grande (más bien lo contrario); hay relativamente poco margen, y cualquier cambio en el gasto afectaría desproporcionadamente a los que menos tienen, con pocas excepciones.

Queda aún un tercer factor. En condiciones normales, una economía que se mete en un frenazo podía confiar en que los mercados financieros seguirían poniendo dinero donde hubiera buenas ideas. Si una empresa funcionaba bien y quería aumentar capacidad, podía pedir un crédito. Si uno hacia pasta y quería comprar una casa, te daban una hipoteca. El problema es que la crisis financiera, esa que parecía estar solucionándose, resulta que no está ni de lejos cerrada. Hay poco dinero que prestar, y el que hay es muy, muy miedoso. Hablamos más de eso luego.

Lo que si es cierto es que España, tras 14-15 años de bonanza económica y -por qué negarlo- algo de suerte, se ha encontrado que todo lo que podía ir mal a nivel internacional está conspirando para que lo que va mal a nivel interno duela muchísimo más. La crisis puede ser seria, y la verdad, salir de ella no depende sólo de lo que haga el gobierno en Madrid. Al menos las cuentas estaban bien, la deuda pública es -relativamente- baja, y hay margen de maniobra aún, pero no será fácil.

3 comentarios:

Citoyen dijo...

"Algunas de estas relaciones son básicamente causales, otras son cosa de necesidad macroeconómica"

Se te olvida un tercer tipo; las necesidades contables. El periodismo económico tiende a resaltar el catastrofismo siempreresaltando cosas malas.

Anónimo dijo...

Yo no me preocuparía demasiado por la inflación. La inflación subyacente es del 3,3%. En cuanto al petróleo y los alimentos, no es fácil que sigan subiendo al mismo ritmo desbocado de este año. Como diría Krugman, no estamos en los años 70.

Diría que hay algo de margen para vitaminar la economía con gasto público.

En cualquier caso ya ha empezado la pérdida de empleos. Una reforma que dé mayor flexibilidad al mercado laboral ayudaría a que, una vez que se toque fondo, la recuperación de empleos _y por ende del crecimiento_ sea más rápida.

Citoyen dijo...

"Una reforma que dé mayor flexibilidad al mercado laboral ayudaría a que, una vez que se toque fondo, la recuperación de empleos _y por ende del crecimiento_ sea más rápida."

Esto es cierto; el gobierno deberia aprovechar un momento en el que hay incertidumbre para hacer reformas; poner un seguro de desempleo y un servicio de formaciçon qeu funcionen, reformar la estructura de la negociaciçon colectiva, reducir los costes del despido, liberalizar el mercado de productos y servicios.

El problema es que para que esto diera resultado deberçiamos tener un tipo con mala uva que lo hiciera todo rapido y sin ceder un apice; algo que no es el fuerte de jose luis.