viernes, julio 07, 2006

Miscelánea de rarezas americanas

Siguiendo viejas costumbres, otra breve lista de cosas curiosas, extrañas o irreprimiblemente marcianas que tiene la vida en Estados Unidos. Hay de todo, como siempre.
  • Cada noche, antes del informativo de las diez, Fox pasa un anuncio de cinco segundos que dice: "Son las diez de la noche... ¿Sabe usted dónde están sus hijos?". Es una especie de aviso para padres despistados, supongo ("ostras, me dejé el chaval en super"), y una bonita muestra de la paranoia que algunos medios de comunicación tienen con la infancia.
  • Una noticia de esta semana, por cierto, recogía que muchos colegios están prohibiendo a los profesores y alumnos llamar a un niño gordo, no sea que se traumatice. Lo patético es que si hay un lugar donde se le puede llamar a alguien gordo es este país; hay algunos chavales que son diréctamente esféricos.
  • Incluso en la dénsamente poblada Costa Este, en este país hay un montón de espacio vacio. Este fin de semana fuimos a Albany, New York, en coche; un paseo de dos horas y media. En la autopista de Springfield a Albany estás más de 120 kilómetros sin que haya una sóla salida. La razón: en los Adirondacks no vive ni Dios. Es como si en el Montseny o la sierra de Madrid no viviera nadie en absoluto. Incluso cerca de Nueva York hay lugares realmente vacios.
  • Cosa que me lleva a hablar de los parques naturales. Cuando un territorio es un parque natural, en Estados Unidos no se puede hacer practicamente nada en absoluto. La mayoría están casi totalmente vacios de civilización, excluyendo carreteras y los omnipresentes aparcamientos. Lo curioso es que una vez uno cruza los límites del parque, es la ley de la selva, y se puede hacer lo que uno quiera. Así, uno puede tener unos preciosos arenales y playas protegidas, cruzar una valla, y encontrarse en una calle de seis carriles llena de gasolineras, comercios cutres y postes eléctricos singularmente feos sin ningún problema.
  • Lo cierto es que la estética no es el fuerte de los americanos. El otro día en Milford, un caro pueblo con espléndidas playas, encontré una cosa chocante. Desde la playa un ve una espléndida vista de la bahía, arena y las casas de madera al lado del mar, un sitio idílico para vivir y pasearse. Lo irritante es que uno cruza la primera línea de casas, llega a una calle, y se encuentra un auténtico desastre de mal asfaltado, luces rotas, ni una brizna de verde y postes eléctricos horripilantes. Es un barrio caro, con una playa estupenda y unas casas antiguas preciosas, y no se gastan dos duros en hacer que la calle tenga un aspecto mínimamente cuidado.
  • A todo esto, llevo unos días ayudando de vez en cuando en una campaña electoral. De momento, lo único que hemos hecho es pedir dinero. Lista de correo, sobres, y hala, cientos de cartas pidiendo contribuciones para la campaña. Vale que la financiación pública tiene sus problemas, pero la mendicidad de la clase política local es exagerada a veces.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Ayudando a una campaña electoral? Sabiendo (creo) que vives en Connecticut, ¿es la de Lamont vs. Lieberman (o viceversa)? ¿algún distrito del congreso? ¿la del alcalde?

La duda me corroe. Como lector habitual, exijo saber :P

tusitala dijo...

Aquí en Perú un anuncio del tipo "¿Sabe dónde están sus hijos a esta hora?" no funcionaría mucho, porque las madres (y los padres, pero principalmente las madres) están obsesionadas con controlar a sus hijos en todo momento y son sobreprotectoras hasta la náusea.

R. Senserrich dijo...

Un distrito de la cámara de representantes estatal (Paul Davies), para ser más concreto. :-). A Lieberman le he enviado el currículum; si trabajo para él es cobrando :-P.

Anónimo dijo...

Precisamente estaré en esa zona este verano y en concreto, unos días en los Adriondacks